Una de las primeras técnicas utilizadas para tratar las fibras fue el afieltrado, surgido en Asia Central, consistente en peinar la lana o el pelo de animales, humedecerlos y colocarlos en hileras sobre una esterilla que luego se enrolla y se golpea con un palo, con lo que se unen las hebras y resulta un fieltro flexible y duradero, que se puede cortar y coser fácilmente.