Algunas de sus primeras obras muestran el prototipo femenino gótico de figuras alargadas con pechos pequeños y vientres abultados, como en Hausfrau (1493), Baño de mujeres (1496) y Las cuatro brujas (1497). Posteriormente, se entregó al estudio de las proporciones en el cuerpo humano, intentando hallar la clave de la perfección anatómica, aunque sin resultados favorables. Sin embargo, de esta manera se aproximó a un cierto estilo clasicista, como se denota en su Adán y Eva de 1504, que demuestra que la armonía clásica era más un estado de ánimo que no un canon de reglas geométricas.